miércoles, 27 de agosto de 2008



Momento de paz...

Ese momento en el que nos quedamos con nosotros mismos a solas, nos enfrentamos a nuestros miedos, a nuestras fobias... En esos momentos desnudamos el alma, salimos de nosotros y analizamos desde fuera todo lo que acontece con estos compases de fondo, con la voz de Sara...
Se suceden imagenes y pensamientos por nuestra mente, uno tras otro sin parar. Fluye un cosquilleo intenso por todo nuestro cuerpo, el estómago se nos encoge. La paz nos invade como queriendo sosegar nuestro ir y venir de pensamientos que se cruzan con ilusiones más o menos frustradas.
La música consigue hacernos sentir vivos, levanta nuestro ánimo como se levantan las hojas de otoño al paso de la quebradora brisa que peina las ramas de los árboles, arrancándolas una detrás de otra, llevándolas mecidas hasta encontrar el suelo donde adormecen entre suspiro y suspiro, entre descanso y descanso que se toma la brisa para dar respiro a esas hojas que dibujan de tonos ocres el suelo húmedo.
Todos estamos representados por esas hojas, es como la vida misma, unas caen antes, otras más tarde, unas más longebas, otras verdes y tiernas. Desde que empiezan a descender bajan a mayor o menor velocidad mecidas por la brisa que las acompaña en todo su camino.
La brisa es el destino que mece nuestra vida a capricho y la conduce hasta un final u otro, hay hojas que aprenden a aprovechar la fuerza de esa brisa para cambiar en parte su destino.